Dave Chappelle: cuando la comedia denuncia
Pocos comediantes afroamericanos han logrado abrir los ojos a la sociedad sobre los estereotipos raciales como Dave Chappelle. Después de huir a África tras firmar un contrato de 50 millones de dólares, el más alto en la historia de la televisión, Chappelle se ha rehusado a regresar a la luz pública. Intentamos descifrar aquí a uno de los íconos más elusivos de la cultura estadounidense.
Salvador Medina
A los 14 años, en Washington, D.C., Dave Chappelle ya era reconocido como uno de los comediantes más prometedores de Estados Unidos. Recibió el mote “The kid” (“El niño”) de la actriz Whoopi Goldberg y poco a poco se fue abriendo camino en el círculo de clubes nocturnos de comedia, actividad que hasta la fecha, es la que más disfruta.
La comedia de Chappelle fue distinta desde el principio. Y es que el bien llamado “hombre más gracioso de la televisión” es quizás el observador más ácido de la cultura estadounidense. No se podía esperar menos de alguien que creció rodeado de cultura. Dave fue el primer miembro de su familia en no ser esclavo que no fue a la universidad. Su padre, profesor de estudios Afroamericanos con un coeficiente intelectual de 185 y su madre, la primer mujer afroamericana en ser nombrada Ministro Unitario Universitario. Ella incluso participó con el revolucionario Patrice Lumumba en el Congo.
Fue quizás el ambiente cultural que rodeó su infancia lo que provocó en Chappelle esa visión única y crítica de su sociedad. Es por eso que después de años de luchar por un lugar privilegiado en la maquinaria hollywoodense, “Chappelle’s Show” se convirtió en uno de los programas más controversiales de la televisión. Sus constantes usos de estereotipos raciales en sus bromas y denuncias, además de su constante uso de la palabra “nigger”, lo hicieron el blanco de constantes críticas. Pero el programa continuó en un éxito vertiginoso, que eventualmente le benefició con un contrato de 50 millones de dólares, cantidad que ni siquiera Jerry Seinfeld imaginó recibir para continuar una temporada más.
Así, Chappelle se volvió en una de las figuras mediáticas más importantes del país. Pero los estragos emocionales fueron devastadores para él. La presión que significaba hacer una tercera temporada del show después de firmar el contrato más grande en la historia de la televisión, trajo consigo desconfianza en su trabajo y en el ambiente que le rodeaba. Fue entonces que Dave Chappelle tomó una de las decisiones más extrañas que se recuerda de una celebridad: sin avisar a nadie, ni siquiera a su familia e hijos, huyó a refugiarse a África.
Los medios estadounidenses se encargaron de escandalizar la historia. Se manejaba que Chappelle era adicto al crack, que había perdido la cordura e incluso se creó una teoría sobre un persecución por parte de un grupo llamado los “Black Crusaders” que intentaron quitarle su estilo vida por perpetuar en el estereotipo afroamericano en la televisión americana.
La temporada tres de su programa se presentó sin él con apenas unos sketches que había creado y mostraban su capacidad crítica intacta y mejor que nunca. A su regreso a Estados Unidos, Chappelle se recluyó en su granja familiar y se ha mantenido bastante escondido de los medios. Salvo un par de apariciones en el famoso programa Oprah y el afamado Inside the Actor’s Studio, donde discutió algunas de las razones de su estrepitosa huída, lo demás han sido especulaciones.
Sin importar que las ventas del DVD de la primera temporada hayan sido las más altas en la historia, superando a Los Simpson, con más de tres milones de copias, Chappelle se ha mantenido hermético sobre su regreso a la televisión o al cine.
Michel Gondry, el cineasta francés, se acercó al comediante para documentar un evento que Chappelle realizaría en Brooklyn reuniendo a algunas de las estrellas más grandes del hip-hop. El filme se llamó “Dave’s Chappelle block party” y terminó siendo un éxito en taquilla y entre la crítica.
Y aunque esta es una pequeña muestra del encanto de Chappelle, no es suficiente. Los medios necesitan a alguien que se atreva a decir lo que nadie, que señale lo que muchos no ven y que vea algo cómico donde pocos encuentran luz. Si Chappelle no regresa a la televisión, la sociedad habrá perdido a uno de sus ojos más críticos y únicos. Porque es verdad, la comedia puede sanar el alma.